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Nunca fue de recetas complicadas ni de seguir pasos al pie de la letra. Lo suyo era más bien lanzarse, improvisar y disfrutar el proceso. Un poco de esto, un poco de aquello… y, sin querer, la casa se llenaba de olor a comida rica y risas.

Con el tiempo, cocinar se ha convertido en su pequeño ritual. Se pone música, se remanga y hace magia en la cocina. Da igual si es un arroz sencillo o una carne a la brasa: todo sabe mejor cuando él lo prepara.

Este año, en lugar del típico regalo de siempre, quise sorprenderle con algo que fuera suyo de verdad: un delantal cómodo, moderno y resistente, junto a unos guantes de cocina a juego. Ahora, cada vez que se los pone, sonríe como diciendo “hoy toca fiesta casera”.

Porque no hace falta salir de casa para celebrar. A veces, los mejores momentos huelen a horno encendido y saben a platos improvisados, hechos con cariño.

¿POR QUÉ ES ESPECIAL ESTE REGALO?

No es solo un delantal. Es su escudo para crear momentos que después recordaremos todos. “Desde que se lo regalamos, no hay domingo sin ‘fiesta en la cocina’.”


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