No habla, pero lo entiende todo. Sabe cuándo estás triste, cuándo llegas cansada, y cuándo te pones contenta solo con verle. Siempre está ahí. Sin pedir nada, pero dándolo todo. Y es que, aunque algunos digan que “es solo un animal”, para ti es mucho más. Es compañía, rutina, y ese pedacito de alegría que te espera cada día al llegar a casa.
Por eso este año quise tener un detalle con él. No era su cumple, ni Navidad. Solo sentí que se lo merecía. Vi este cojín mullidito, con funda lavable y diseño bonito, y pensé: “Le va a encantar, y a mí también.” Ahora duerme ahí todas las siestas, y la verdad… hasta yo me siento mejor sabiendo que tiene su rincón, su espacio especial.
Porque sí. Puede que no hable, pero forma parte de la familia como el que más. Y cuidarle también es una forma de querernos.
¿POR QUÉ ESTE REGALO ES ESPECIAL?
No hace falta esperar una fecha. A veces un pequeño gesto dice: ‘Te veo, te cuido, te quiero’. “Desde que se lo puse, no quiere dormir en otro sitio.”
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