No somos una pareja de grandes gestos. No celebramos todos los meses, no subimos fotos con corazones, ni nos damos regalos caros. Pero hay algo que sí tenemos: nuestros pequeños rituales, esos detalles silenciosos que nos hacen sentir cerca incluso cuando no decimos nada.
Uno de ellos es el café de la mañana. Él lo prepara. Yo pongo las tazas. A veces charlamos. A veces solo compartimos el silencio. Pero ese momento es nuestro, y sin él, el día no empieza igual.
Por eso, este año decidí sorprenderlo con este set de desayuno. Nada ostentoso. Solo algo bonito, cuidado, pensado para que ese ratito compartido tenga aún más significado.
Ahora, cada vez que nos sentamos a tomar ese café, me mira y sonríe. Y sé que, sin decirlo, piensa lo mismo que yo: esto es amor del bueno.
¿POR QUÉ ES DIFERENTE ESTE REGALO?
No es solo un set de desayuno. Es una excusa para mirarse a los ojos antes de que empiece el día. “Me lo regaló con una nota que decía: ‘Para que siempre tengamos un momento nuestro, aunque estemos corriendo’.”
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